Estamos en vísperas de que comiencen en nuestra ciudad las fiestas mayores en honor a san Pedro y san Pablo. Las fiestas se inauguran con el pregón dado desde el Ayuntamiento, generalmente, el viernes anterior al 29 de junio, día de los citados santos Pedro y Pablo.
Es cierto que durante la semana de fiestas toda la ciudad tira la casa por la ventana. El Ayuntamiento se esmera por traer los mejores espectáculos de acuerdo con sus posibilidades. Las calles se llenan de puestos que venden tanto suculentas tapas, como artesanía o productos de todo tipo. Vienen los feriantes con sus atracciones, que en nuestra tierra llamamos barracas. Hay corridas de toros a las que asisten las peñas recreativas, verdaderas animadoras de los festejos con sus bailes y sus carrozas. Salen esos personajes burgaleses de los que ya hemos hablado aquí: Gigantones y Gigantillos. Por la noche no faltan los fuegos artificiales. Y la gente en estos días se muestra ávida de diversión y con ganas de olvidar, al menos durante una semana, la rutina diaria.
Pero, nada nuevo bajo el sol. Ahora, como en siglos pasados, la fiesta ha estado presente en cualquier devenir de nuestras ciudades como contrapunto a la vida normal. Viajemos al pasado y veamos algunos aspectos de las fiestas burgalesas de otros tiempos.
Durante la Edad Media y Moderna podemos destacar dos tipos de fiestas; unas que tenían fecha fija siguiendo el calendario de trabajos y otras que podríamos llamar extraordinarias. Las segundas no tenían carácter religioso como las anteriores, sino que tenían que ver con sucesos acaecidos a los reyes y a la familia real. Se organizaban festejos por su venida y estancia, o por sus bodas, nacimientos, coronaciones e incluso defunciones, aunque ninguno de estos acontecimientos tuviera, necesariamente, lugar en la localidad.
Es cierto que durante la semana de fiestas toda la ciudad tira la casa por la ventana. El Ayuntamiento se esmera por traer los mejores espectáculos de acuerdo con sus posibilidades. Las calles se llenan de puestos que venden tanto suculentas tapas, como artesanía o productos de todo tipo. Vienen los feriantes con sus atracciones, que en nuestra tierra llamamos barracas. Hay corridas de toros a las que asisten las peñas recreativas, verdaderas animadoras de los festejos con sus bailes y sus carrozas. Salen esos personajes burgaleses de los que ya hemos hablado aquí: Gigantones y Gigantillos. Por la noche no faltan los fuegos artificiales. Y la gente en estos días se muestra ávida de diversión y con ganas de olvidar, al menos durante una semana, la rutina diaria.
Pero, nada nuevo bajo el sol. Ahora, como en siglos pasados, la fiesta ha estado presente en cualquier devenir de nuestras ciudades como contrapunto a la vida normal. Viajemos al pasado y veamos algunos aspectos de las fiestas burgalesas de otros tiempos.
Durante la Edad Media y Moderna podemos destacar dos tipos de fiestas; unas que tenían fecha fija siguiendo el calendario de trabajos y otras que podríamos llamar extraordinarias. Las segundas no tenían carácter religioso como las anteriores, sino que tenían que ver con sucesos acaecidos a los reyes y a la familia real. Se organizaban festejos por su venida y estancia, o por sus bodas, nacimientos, coronaciones e incluso defunciones, aunque ninguno de estos acontecimientos tuviera, necesariamente, lugar en la localidad.
Igualmente y con más motivo debieron celebrarse cuando su hermano el príncipe Juan y heredero de los reinos contrajo matrimonio en nuestra ciudad en 1497 con la princesa Margarita de Austria.
Otro ejemplo de fiestas en honor a los acontecimientos reales en Burgos lo tenemos en el documento HI-380 de nuestro archivo. En él el rey Carlos I anuncia a Burgos en 1527 que su esposa la reina ha dado a luz a un hijo – el futuro Felipe II – y su deseo de que se celebren en la ciudad fiestas y regocijos.
Todos estos agasajos tenían generalmente un coste elevado, así en la serie de documentos de nuestro archivo con signatura HI-4290 que abarcan nada menos que desde 1506 a 1729 se deja constancia de cómo los distintos reyes otorgan a Burgos la facultad de imponer sisa y sacar dinero para costear estas fiestas reales.
Pero salvo estos acontecimientos extraordinarios, el resto de las fiestas tenían un carácter religioso y fecha fija. Habría que distinguir entre las que no interrumpían la vida laboral de los vecinos y las que sí.
Pero salvo estos acontecimientos extraordinarios, el resto de las fiestas tenían un carácter religioso y fecha fija. Habría que distinguir entre las que no interrumpían la vida laboral de los vecinos y las que sí.
De las primeras en Burgos se celebraban varias fiestas y generalmente tenían que ver con votos o promesas que se habían hecho a un santo determinado en busca de protección en alguna circunstancia dramática, como los recurrentes brotes de peste. Solían consistir en romerías o procesiones a la iglesia o ermita del santo correspondiente.
Y las segundas, las que sí suponían la interrupción del trabajo, son las que hoy llamaríamos fiestas locales y eran principalmente las siguientes:
La del Ángel Custodio, que tenía lugar en el convento de Nuestra Señora de la Victoria y en las actas del 6 de marzo del año 1600 que guardamos en el archivo se dice: "Acuerdo para celebrar la fiesta del Ángel Custodio por ser Patrón de la Ciudad."
Las organizadas por la cofradía de la Vera Cruz, que eran dos: la fiesta de la Santa Cruz de mayo y la de la Santa Cruz de septiembre. A ambas acudía el Ayuntamiento y en la de septiembre se organizaban grandes festejos con corridas de toros, fuegos de artificio y otras celebraciones. En 1609 escribía un cronista:
En la celebración y fiesta santa de la Exaltación de la Santísima Cruz, que se hace a 14 de Setiembre, y particularmente, con particular devoción y regocijos, que en esta ciudad, de Burgos la celebran el Abad, oficiales y hermanos de ella... hácense cada un año muy solemnes fiestas y regocijos de procesiones, toros, invenciones de pólvora, muchas y costosas, con otras cosas notables, donde acude al zumbido de esta fiesta tanta copia de gente de toda la comarca y de muchas leguas alrededor que no caben en la ciudad, y el año pasado, de 1608, hubo en el monasterio de mi señor san Francisco en el teatro y ornato donde se pone la Cruz santa, muchos papeles de poesía, muy curiosos y levantados, de mucho ingenio, enigmas y geroglíficos que fué cosa de ver y de considerar, todo en alabanza de la Cruz Santístima.
En efecto esta fiesta se celebraba desde muy antiguo y, como luego veremos, fueron consideradas las fiestas mayores de la ciudad hasta 1873 en que el Ayuntamiento decidió cambiarlas a las actuales de San Pedro y San Pablo.
Fueron también en estos siglos pasados muy importantes la fiesta de San Juan de junio, que duraba varios días por coincidir con la feria anual concedida por el rey Alfonso XI, allá por el año 1339 con motivo de su coronación en Burgos, según consta en el documento HI-98 de nuestro archivo.
Sepan quanfos esta carta vieren, cómo nos D. Alfonso por la gracia de Dios rey de Castiella […] por facer bien é merced al concejo de la muy noble ciudad de Burgos cabeza de Castiella é nuestra cámara, por muchos servicios é buenos que fecieron á los reyes […] é por voluntad que avernos de ennoblescer la dicha cibdad, señaladamiente porque rescebimos la nuestra coronación, tenemos por bien que hayan feria daquí adelante, é que la fagan cada año una vez, é que comienze en el dia de Sant Joan que cae en el mes de Junio, é que dure fasta quince dias primeros seguientes, é que vengan todos los que quisieren venir á la dicha feria salvos y seguros…
Escribe Anselmo Salvá en 1892 en su libro Cosas de la vieja Burgos:
Una de las muchísimas cosas que debe Burgos á los obsequios con que festejaba la coronación de los reyes, es la Feria de S. Juan, que los presentes han conocido, con sus novillos y sus hogueras, y que, siquiera por su antigüedad tan respetable, es lástima que haya casi desaparecido.
Muchos autores han visto en esta feria el precedente de nuestras actuales fiestas de junio. Y bien pudiera ser. En una Provisión Real de 1566, HI-3392, se encarga al Ayuntamiento de Burgos vea si conviene que venga la feria, que es
costumbre en San Pedro, por la peste que reinaba en los lugares de
cercanías.
Había también otras fiestas importantes como las de San Lesmes, que pasó a ser patrón de la ciudad en sustitución del Ángel Custodio, la del Corpus Christi, las de Navidad, etc.
Como hemos apuntado más arriba en 1873 el Ayuntamiento de Burgos decidió cambiar la fecha de sus fiestas mayores de septiembre a junio, pasando a celebrar las de San Pedro y San Pablo en vez de las de la Exaltación de la Santa Cruz. ¿Por qué se tomo esta decisión?
Pues sí, amigo lector, como no podía ser de otra manera tratándose de Burgos, por razones climatológicas, principalmente. Aunque también se argumentaran otros motivos. En las actas municipales de ese año se dice:
Pues sí, amigo lector, como no podía ser de otra manera tratándose de Burgos, por razones climatológicas, principalmente. Aunque también se argumentaran otros motivos. En las actas municipales de ese año se dice:
El Sr. Presidente —Federico Fernández Izquierdo— hizo presente al Ayuntamiento […] la traslación de las funciones con que se acostumbra a celebrar en la actualidad la Feria de la Santa Cruz, en el mes de septiembre, a la Feria de San Pedro y San Pablo, que tiene lugar en el mes de junio, por haber considerado la corporación que existen más probabilidades de que vengan forasteros a consecuencia de la mayor seguridad en el buen temporal y ser éstas las primeras funciones que acaso se celebren en Castilla, que no esperando al mes de septiembre, que es el mes de las lluvias y en cuya época se han verificado ya multitud de fiestas en todas las ciudades limítrofes […]
De todos modos ambas fiestas, las de la Santa Cruz y las de San Pedro y San Pablo, siguieron conviviendo durante varios años, hasta que las de la Santa Cruz fueron perdiendo importancia, hasta desaparecer como tales, de modo que ya ningún burgalés ha conocido más fiestas mayores que las de los santos apóstoles.
Bueno, la fiesta no ha hecho mas que comenzar y quedan por contar más asuntos como, por ejemplo, los inevitables festejos taurinos, los carteles de fiestas y muchas cosas más, pero eso será en la siguiente entrada.
¡Vivan los Sampedros!
MUY INTERESANTE Y BIEN DESARROLLADO,SI NE GUSTARIA LA CADENA DE CARTELES DE FIESTAS QUE LA EMITIERAS,MUY AGRADECIDO
ResponderEliminarEn la página del archivo en la sección Colección gráfica, carteles de fiestas puede ver todos los que están en nuestra colección.
Eliminarhttp://www.aytoburgos.es/archivo/fondos-documentales/coleccion-grafica/coleccion-carteles-de-fiestas
gracias
ResponderEliminarsala de datos
Muy interesante. Muchas gracias.
ResponderEliminarMuchas gracias por hacernos saber de forma tan amena que tenemos una historia y un pasado del que poder sentirnos, al menos, satisfechos
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