Continuamos con la historia que dejamos inconclusa sobre las andanzas de santa Teresa de Jesús en Burgos donde vino a fundar un nuevo convento de Carmelitas Descalzas el 26 de enero de 1582.
En la primera parte la habíamos dejado a ella y sus monjas instaladas en la casa de doña Catalina de Tolosa, su principal benefactora en Burgos.
Ahora, después de un mes de su llegada, la Madre y sus seguidoras se trasladan al Hospital de la Concepción en el barrio de San Cosme.
Continúa la negativa por parte del arzobispo Cristóbal Vela a otorgar la licencia de fundación y la santa, que no se rinde, sigue buscando alguna casa que pueda servir al propósito de instalar el nuevo convento.
Veamos cómo sigue:
En la primera parte la habíamos dejado a ella y sus monjas instaladas en la casa de doña Catalina de Tolosa, su principal benefactora en Burgos.
Ahora, después de un mes de su llegada, la Madre y sus seguidoras se trasladan al Hospital de la Concepción en el barrio de San Cosme.
Continúa la negativa por parte del arzobispo Cristóbal Vela a otorgar la licencia de fundación y la santa, que no se rinde, sigue buscando alguna casa que pueda servir al propósito de instalar el nuevo convento.
Veamos cómo sigue:
Teresa, siempre positiva, cuenta las peripecias de su traslado y lo estupendo de su nuevo alojamiento en el Hospital de la Concepción, que es un primor de modernidad
y que sin salir del recinto pueden acudir a la eucaristía cotidiana. No
están tan de acuerdo una de las monjas y el propio Gracián, que
escriben:
[lo asignado a las carmelitas] era unas piezas en lo más alto a teja vana. Y Gracián: alcanzamos en que las dejasen en unos malos aposentos de un hospital
Parece
ser que la realidad estaba más cerca de lo que nos cuentan ellos,
porque el espacio cedido a las monjas estaba sobre una galería de
enfermos en la que había 26 camas. Aquel espacio cerrado y ocupado por
enfermos generaba un aire espeso de malos olores que invadía las
estancias de las carmelitas. A ello habría que unir los gritos y
lamentos de los enfermos, el frío y los piojos. Todo este cuadro de
humillantes calamidades constituía una constante mortificación para las
monjas.
La madre Ana de Jesús escribió años más tarde:
Las monjas verbeneaban en piojos
Cosa hasta cierto modo normal, en un tiempo en el que los parásitos atacaban a todo cuerpo humano del rey para abajo.
Fue
en este barrio de San Cosme donde aconteció una anécdota simpática de
la que hay testimonio gráfico que aquí mostramos y cuya copia guarda este
Archivo y es que según la leyenda, porque esto no lo cuenta la santa,
pero tiene ciertos visos de verdad, en el grupo de monjas que la
acompañaban las había jóvenes y bien parecidas y en el barrio había
mozalbetes que guiñaban, las piropeaban y algún grupo de gente debió de
decir alguna incongruencia a las monjas, entonces el fraile que las
acompañaba se sintió ofendido y quiso replicar a los entrometidos; y que
a la Santa se le escapó:
¡Déjelos, mi padre, qué son unos chamarileros!
A los vecinos cayó en gracia lo de chamarileros y a los pobladores del barrio les gustaba llamarse así y que así les llamasen.
Mientras
tanto el arzobispo Cristóbal Vela se mantiene en sus trece de negar el
permiso para la nueva fundación. Por primera vez en su vida, Teresa
parece ser derrotada en el arte de dialogar. El padre Gracián tira la
toalla ante tanta negativa y abandona Burgos desolado. Por suerte para
la Madre aparece en escena la providencial figura del médico Antonio
Aguilar.
Al trasladarse al hospital
lo tuvieron como vecino y esa proximidad permitió al médico intensificar
sus visitas. Ya la había asistido en su primer día en Burgos y halló
que traía una notable destilación de garganta y lengua. Fue él quién
encontró la casa de los Mansino, lugar donde irá el nuevo convento.
Aguilar pasó a ser amigo, admirador y servidor incondicional de Teresa. Su testimonio formado en estos días es interesante:
Conoció a la dicha Santa, que decía ser de sesenta y siete años por la cuenta, tan desencuadernada y desencajados los huesos, que fuera lástima que se le debía de tener […] que tenía convulsiones, desmayos, destilaciones, vómitos y otra inmensidad de males. Llevábalos con tanta paciencia, que era cosa que espantaba, sin quejarse, ni ser enfadosa …
Tampoco paso desapercibida entre los enfermos del hospital según dejo escrito Ana de Bartolomé:
Decían los pobres a la hospitalera que les llevase muchas veces allá a aquella santa mujer, que les consolaba mucho, solo verla parecía que se le aliviaban los males. Díjonos la misma hospitalera que, cuando supieren que nos íbamos de allí, que los habían hallado llorando y muy afligidos por saber que se iba la Madre
Y
así era, al fin habían encontrado ese lugar idóneo para fundar el nuevo
convento. Parece cosa curiosa que no pudieran hallar prontamente dicho
solar o casa cuando Burgos sufría ya por estos momentos una gran
despoblación. En Burgos, escribe, hay falta de sitios.
Y apenas hubo llegado dijo:
No están en la prosperidad que solíanY así era, los negocios y las finanzas habían decaído sensiblemente y habían tomado el rumbo del derrumbe definitivo.
Después
de todo este tiempo en el que la santa estuvo recorriendo calles y
solares en busca de emplazamiento para el nuevo convento sin obtener
resultados satisfactorios, Antonio Aguilar hizo el hallazgo
definitivo: las casas de los Mansino extramuros, al lado izquierdo del
río, no lejos del hospital e iglesia de San Lucas. Por fin tenían el
lugar donde hacer la fundación:
Concertose que la fuese yo a ver. Contentóme en extremo.
La ingenuidad de la Madre fue reprendida por el buen sentido de Aguilar que le dijo:
Vuestra Reverencia disimule lo bien que le ha parecido la casa, porque cada palabra que en favor diga, le ha de costar mil ducados...
El
16 de marzo de 1582 se ratificó la venta de la casa, cercado, corrales,
huerta y árboles de fruto. El documento que así lo atestigua está
custodiado en el Archivo (HI-4799). Lo firman Teresa de Jesús, testigos y el
escribano Juan de la Torre Frías.
Como
cosa curiosa cabe contar que se aprecia alrededor de la firma de la
santa un tono distinto al del resto del documento. Esto es debido a que
durante todo este tiempo ha sido requerida para ser besada por su fama
de milagrera.
La acomodación de la
casa comenzó inmediatamente. Se trasladaron ella y las monjas a la nueva
residencia el día de San José, sin mucho trabajo, porque del hospital
de la Concepción poco tenían que llevar y aunque el 24 de mayo el río
Arlanzón se desbordó y la riada rebasó las tapias e inundó la casa y
hubieron de refugiarse en el piso alto, escribe:
Es un deleite. Es verdad que luego que la vi […] me parecía cosa de sueño […] porque de huerta, vistas y agua no parece otra cosa
Ya cumplían el requisito que había impuesto el arzobispo de contar con
casa propia, pero que se hubiesen trasladado a la nueva casa sin su
licencia le había enfadado mucho.
Le aplaqué todo lo que pude, que como es bueno aunque se enoja, pásasele presto ...
Escribe fray Valentín de la Cruz que don Cristóbal era un enigma y para él mismo el primero. Sus enojos y simpatías alternaban rítmicamente. Un día se presentó en la casa de los Masino. Gesto que revelaba la gran importancia de la santa y del que se dio cuenta todo Burgos, pues era difícil que un arzobispo y todo su séquito pasase desapercibido.
Vino a ver la casa y contentóle mucho y mostrónos mucha gracia, mas no para darnos licencia, aunque dio más esperanzas
Don Cristóbal Vela, por la Santa sede Appostolica arzobispo de Burgos, del Consejo de su Majestad. Por la presente permitimos y damos licencia a vos, la madre Theresa de Jhesús y religiosas [...] para que en el sitio que aveis comprado [...] podáis hacer, planta y edificar un monasterio e iglesia de la dicha Orden para la havitación y morada vuestra y de las que después de vos sucedieren en el dicho monasterio y donde en adelante celebrar el Oficio divino...
Tras
esto la fundación ya estaba terminada y debía seguir camino. Aquí
escribió el capítulo 31 de su libro Las Fundaciones que está dedicado a
Burgos y nos dice:
... después de comulgar, me dijo el Señor: ¿En qué dudas? que ya esto está acabado; bien puedes ir [...] y luego traté de mi partida, porque me parecía que ya no hacía nada aquí más de holgarme en esta casa, que es muy a mi propósito, y en otras partes, aunque con más trabajo, podía aprovechar más ...
Así, hacia el día 29 de julio salió de Burgos. Lo hizo sin prisas, haciendo visitas de despedida y repartiendo bendiciones. Especialmente emotiva debió de ser la separación de Catalina de Tolosa, mujer sin cuyo concurso hubiese sido imposible esta última fundación. Sabiendo ambas, además, que ya no habrían de volverse a ver sino en otra vida.
Atrás
quedaron seis meses de fatigosa lucha y también de enriquecedoras
vivencias. Burgos y Teresa quedaban definitivamente unidos. Burgos
añadía a sus muchos títulos el de ser plaza teresiana.
La Iglesia conmemora el quinto centenario y como tal ha ofrecido algunas conferencias, no presté demasiada atención. Me han gustado más estos escritos.Gracias.
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