La comarca de Las Loras se extiende por las provincias de Burgos,
Palencia y Cantabria. Lo que después se llamó —y aún hoy se sigue llamando— campo petrolífero de Ayoluengo está en La Paramera de La Lora, al noroeste de la provincia de Burgos; se extiende por los páramos de ese pueblo,
por los de Valdeajos, San Adrés de Montearados y Sargentes de la Lora, que es la cabeza de
municipio de todos ellos. Hace cincuenta años, en 1964, brotó de esta tierra petróleo. En una
España en blanco y negro, donde las noticias se conocían por el NO-DO y aislada
del mundo real, el hallazgo del oro negro llenó de sueños a la comarca y a toda
la nación. Los americanos llegaron con toda su tecnología como si hubiese sido en
un guión de Berlanga, con la idea de convertir Castilla en la nueva Texas para
sacar del subdesarrollo a todo un pueblo atrasado, que de repente se imaginaba
ya conduciendo Mercedes y brindando con champán.
Pero, como casi todo en esta piel de toro, salió mal. Resultó que el
petróleo era de mala calidad y no servía para ser refinado, sino solo para
combustión industrial. Además el volumen, que se presumió inagotable, era mucho
más escaso y se encontraba en depósitos aislados que hacían difícil su
explotación.Solo fue un espejismo más —otra quimera—, solo fue la historia de una
frustración.
El paisaje de La Lora
está dominado por grandes parameras calizas, pero esto no fue siempre así. En la Era Secundaria o Mesozoica (250
MA) toda la provincia de Burgos estaba cubierta por las aguas del mar en las
trasgresiones del océano que se sucedieron a lo largo de millones de años. Posteriormente,
y durante un periodo de tiempo no menos largo, diversos procesos orogénicos de formación
de montañas y de erosión-sedimentación propiciaron que podamos hablar de un
Burgos silíceo, el del núcleo de la
Sierra de la
Demanda; de un Burgos calizo, en toda la zona norte; y de un
Burgos arcilloso en torno de la capital, en la estepa cerealista.
La búsqueda de petróleo en la provincia se ha centrado en el Burgos calizo por indicios superficiales —la aparición de arenas bituminosas—, por indicios geológicos —el petróleo se acumula en anticlinales y La Lora lo es— y por la existencia de numerosas trampas, que es como se llama a las estructuras geológicas que hacen posible la acumulación de petróleo, manteniéndolo atrapado sin posibilidad de escape. De todos modos la existencia de trampas no garantiza que contengan petróleo; de hecho el 90% de ellas están vacías de crudo o gas. En Burgos fue necesario, como veremos, prospectar un gran número de trampas hasta dar con la única productiva, la de Ayoluengo.
La búsqueda de petróleo en la provincia se ha centrado en el Burgos calizo por indicios superficiales —la aparición de arenas bituminosas—, por indicios geológicos —el petróleo se acumula en anticlinales y La Lora lo es— y por la existencia de numerosas trampas, que es como se llama a las estructuras geológicas que hacen posible la acumulación de petróleo, manteniéndolo atrapado sin posibilidad de escape. De todos modos la existencia de trampas no garantiza que contengan petróleo; de hecho el 90% de ellas están vacías de crudo o gas. En Burgos fue necesario, como veremos, prospectar un gran número de trampas hasta dar con la única productiva, la de Ayoluengo.
Las exploraciones petrolíferas de la
provincia se iniciaron en 1900. En esta primera fase, que durará hasta el
inicio de la Guerra Civil, se realizaron sondeos y algunas perforaciones por distintos puntos de la
provincia, aunque en algunos casos con bases geológicas poco firmes, pues se
hicieron prospecciones en zonas donde resultaba imposible que hubiera petróleo. Fue tras la Guerra
civil cuando el régimen franquista reanudó las prospecciones acuciado por el
aislamiento internacional, aunque la intensidad de la explotación fuera
realmente pobre, como cabía esperar de un país atrasado que salía de una guerra
fraticida.
En la siguiente década se quintuplicó la actividad con 32 nuevos sondeos y a más profundidad. Las razones que lo propiciaron fueron una mayor inversión tanto del sector público como del privado, un marco regulador menos intervencionista —en el que destaca la Ley de Hidrocarburos de 1958— y sobre todo la entrada de los métodos norteamericanos de perforación y estudios geológicos. En los años sesenta en España no se tenía la tecnología ni la capacidad necesaria para buscar petróleo; por eso en 1959, cuando comenzaron los sondeos en La Lora, se buscó la participación de dos compañías estadounidenses que se unieron a la nacional CAMPSA.
En la siguiente década se quintuplicó la actividad con 32 nuevos sondeos y a más profundidad. Las razones que lo propiciaron fueron una mayor inversión tanto del sector público como del privado, un marco regulador menos intervencionista —en el que destaca la Ley de Hidrocarburos de 1958— y sobre todo la entrada de los métodos norteamericanos de perforación y estudios geológicos. En los años sesenta en España no se tenía la tecnología ni la capacidad necesaria para buscar petróleo; por eso en 1959, cuando comenzaron los sondeos en La Lora, se buscó la participación de dos compañías estadounidenses que se unieron a la nacional CAMPSA.
Y por fin el 6 de junio de 1964 se escuchó: "¡Petróleo! ¡Petróleo!
¡Petróleo!" Era el primer sondeo exitoso tras 43 fallidos en los sesenta y cuatro
años anteriores. La noticia fue acogida con verdadero entusiasmo por todo el
mundo. Los propagandistas del régimen venderían ese acontecimiento como el fin
de la autarquía y como un regalo de Dios al caudillo en la conmemoración de los
25 años de Paz.
Los días posteriores se vivieron con auténtica locura por parte de todo el mundo. Saltó a la primera página de los periódicos nacionales y la euforia hizo pensar que Castilla sería la nueva Texas. Contagiados por este sentimiento triunfal, los propios ingenieros tramperon los resultados al hacer algo que van contra las reglas de la prospección, como es perforar dos pozos más muy cerca del que había brotado petróleo. Todo por la ansiedad de querer dar buenas noticias sobre las reservas que allí se encontraban. Hasta Franco pasó de inaugurar pantanos para inaugurar refinerías, aunque ninguna de ellas llegó a ser en Burgos, por más que el grito de los ciudadanos fuera:“el petróleo tenemos, refinería queremos”. Hasta La Lora se acercaron curiosos y autoridades, incluidos los entonces príncipes D. Juan Carlos y Dña. Sofía, quienes guardarán esta visita entre su anecdotario, pues el traicionero viento del páramo provocó que el vestido de la princesa quedase cubierto de petróleo al abrir una de las válvulas para mostrarles cómo salía el crudo.
Los días posteriores se vivieron con auténtica locura por parte de todo el mundo. Saltó a la primera página de los periódicos nacionales y la euforia hizo pensar que Castilla sería la nueva Texas. Contagiados por este sentimiento triunfal, los propios ingenieros tramperon los resultados al hacer algo que van contra las reglas de la prospección, como es perforar dos pozos más muy cerca del que había brotado petróleo. Todo por la ansiedad de querer dar buenas noticias sobre las reservas que allí se encontraban. Hasta Franco pasó de inaugurar pantanos para inaugurar refinerías, aunque ninguna de ellas llegó a ser en Burgos, por más que el grito de los ciudadanos fuera:“el petróleo tenemos, refinería queremos”. Hasta La Lora se acercaron curiosos y autoridades, incluidos los entonces príncipes D. Juan Carlos y Dña. Sofía, quienes guardarán esta visita entre su anecdotario, pues el traicionero viento del páramo provocó que el vestido de la princesa quedase cubierto de petróleo al abrir una de las válvulas para mostrarles cómo salía el crudo.
Pero el espejismo del nuevo Texas, toda esta euforia y buenas noticias, pronto fueron dando paso a la
realidad. Auque los primeros análisis realizados dijeron que el petróleo
extraído en Ayoluengo era de excelente calidad, posteriormente se comprobó que
contenía arsénico que envenenaba los
catalizadores de las refinerías, haciendo inservibles estas carísimas piezas.
De este modo quedó descartada la posibilidad de refinamiento y su uso como
fuel; solo podía destinarse a combustible industrial. Además la fragmentación
del yacimiento hacía su explotación poco rentable.
En la actualidad la producción de los campos de Ayoluengo es de 200
barriles al día, en claro descenso desde los inicios, lo que supone el 0,16% de
la producción interna española de petróleo y la única en tierra firme. La Compañía Petrolera de Sedano es la filial de la actual
propietaria de la explotación, la compañía británica Leni Gas & Oil, que la
compró por 2 millones de euros en 2007. Y aunque han fracasado en
varias ocasiones al no conseguir el precio deseado en sus intentos de reventa, su actual estrategia pasa por
aumentar la producción utilizando métodos de recuperación secundaria, con los
que tienen esperanza de encontrar gas.
Después de 50 años de la fiebre
de oro negro y a pesar de las enormes expectativas que provocó el hallazgo
del petróleo, las tierras de La
Lora han seguido el mismo proceso de despoblación que el
resto de la España
rural. "Las mujeres jóvenes acabaron yéndose con los técnicos petroleros", decía
un vecino al recordar esos tiempos. En Sargentes de La Lora quieren rendir homenaje a estos cincuenta años de historia construyendo un Museo del Petróleo con el doble objetivo de dar a conocer todo este proceso y de incentivar el turismo.
Lo positivo de esta historia en cuanto al paisaje se refiere es que los páramos de La Lora siguen manteniendo su salvaje belleza. Eso sí, sobre el horizonte del páramo los famosos caballitos, que es el nombre que se dio a las máquinas extractoras, tienen unos peculiares vecinos: los aerogeneradores.
Lo positivo de esta historia en cuanto al paisaje se refiere es que los páramos de La Lora siguen manteniendo su salvaje belleza. Eso sí, sobre el horizonte del páramo los famosos caballitos, que es el nombre que se dio a las máquinas extractoras, tienen unos peculiares vecinos: los aerogeneradores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por su comentario.