El Curpillos o Corpus Chico es la fiesta burgalesa más genuina.
No se celebra en ninguna otra parte de España ni del mundo.
Parece que sus orígenes están en la celebración de la victoria de las huestes
cristianas sobre las musulmanas en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, pero la primera fecha que se conoce de su celebración es la del 22 de mayo de 1331, después de la institución de la solemne fiesta del Corpus, bajo el reinado de Alfonso XI. Y
desde esa fecha hasta nuestros días no ha dejado de celebrarse en el barrio de
Las Huelgas esta peculiar fiesta que reúne a las máximas autoridades militares,
religiosas y civiles y, por supuesto, a todo el pueblo burgalés, que
ve en ella una de sus señas de identidad.
Aunque en los últimos tiempos ha
sufrido alguna variación en su fecha, por
el traslado de la Solemnidad del Corpus Christi del jueves al domingo, el Curpillos se celebra el viernes
siguiente a la mencionada festividad. Su celebración está unida de manera inexorable al Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas, fundado por el rey AlfonsoVIII y su mujer la reina Leonor, donde tienen lugar todos los actos matutinos y, aunque tuvo momentos a lo largo de su dilatada
historia en que estuvo a punto de desaparecer, actualmente se mantiene más
viva que nunca. El Curpillos tiene consideración de fiesta local desde 1953, aunque sólo lo fue en jornada completa desde 1979; hasta entonces, aún debía acudirse al trabajo hasta las doce del mediodía. Además está declarada fiesta de interés turístico regional.
Cronistas como Mari Cruz Ebro o
Anselmo Salvá nos han ilustrado cómo fueron las celebraciones y actos
desde finales del siglo XIX. Sin embargo, de
fechas anteriores no tenemos ninguna referencia. Gracias a
estos autores podemos ver cómo han ido cambiando las costumbres y el protocolo.
Solamente hay que contemplar las fotografías del decimonónico artista Juan Antonio Cortés —fondo que puede consultarse en el Archivo Municipal— y compararlas
con las actuales.
Dice Mari Cruz Ebro:
“El Curpillos para las chicas de mi época tenía especial relieve […] Por la mañana a las doce bajábamos a Huelgas. Bajábamos en coche. La familia que no contase con vehículo o con dos duros para alquilarlo, se quedaba en casa. Presentarse a pie en dicha fiesta era cursi […] En el «Compás», antes de la solemne procesión en la que figura el histórico trofeo de las Navas, se organizaba animado paseo. Día de estreno. Competencia de lujosos atuendos, sedas, volantes y gasas.”
La relación
de actos que se suceden en este día es la siguiente:
- Reunión y formación de las tropas que van a participar.
- Recepción de las autoridades, tanto civiles como militares, que asisten por haber sido invitadas oficialmente por la Rvdma. Abadesa de las Huelgas.
- Misa.
- Procesión.
- Actos posteriores con parada militar y danzas de Danzantes y Gigantones.
- Refrigerio conventual ofrecido por parte de las monjas.
- Jira en el Parral.
Al Curpillos asisten
las máximas autoridades tanto civiles como religiosas y militares de la ciudad,
que también participan en la procesión siguiendo la etiqueta y protocolo que
marca cada época. Dicha procesión nunca ha
dejado de celebrarse, aunque sí que ha modificado su recorrido en alguna
ocasión por las inclemencias del tiempo burgalés. En ella el Santísimo Sacramento es portado bajo palio, mientras la máxima autoridad
militar porta el Pendón de las Navas de Tolosa, que desde 1953 no es el
original —custodiado como la joya que es en el Museo de Telas Medievales de
las Huelgas—, sino una fiel reproducción. Parece ser que este trofeo
conseguido por Alfonso VIII es un adorno de la puerta de entrada del sultán Muhammad al-Nasir, conocido entre los cristianos como Miramamolín.
Tras la
parada militar entran en acción los elementos típicamente burgaleses y que dan
más colorido a la fiesta como son los Gigantones, Gigantillos, Danzantes y
Tetines. Cuenta Salvá que los Gigantones en Burgos se remontan a la época de la Reforma
Protestante. En el año 1899 toman su aspecto actual y nacen también los famosos
Gigantillos, cuya indumentaria da a entender
que se trata de un alcalde y la alcaldesa de un pueblo de la Sierra de Burgos.El origen de
los Danzantes se pierde en la historia. Dice Salvá:
“Los danzantes, esos chicuelos infatigables que parecen hoy los mismos de hace mil años [en verdad no es así, pues su indumentaria ha cambiado a los largo del tiempo]. Son siempre acompañados, y defendidos de la mucha gente que tras de ellos anda, por los tetines, tipos burgaleses netos, no vistos en ninguna otra parte, y que, vestidos á lo payaso […] forman y mantienen el corro para que los chicos bailen, y bailan también con los chicos.”
De estos
peculiares personajes tan típicamente burgaleses como aquí se nos cuenta,
además de los otros no menos característicos: infanzones, maceros, timbaleros,
dulzaineros… hablaremos en otro momento.
La fiesta del Curpillos termina, o para
algunos más bien empieza, en la tradicional jira castellana que se celebra en el Parral,
finca situada entre el Monasterio de las Huelgas y el Hospital del Rey, perteneciente
a los Reales Patronatos y cedida para su uso al Ayuntamiento de Burgos. Se trata de
una romería en la que se abandona la etiqueta anterior y donde burgaleses y
turistas se reúnen para degustar los productos típicos servidos en
la actualidad por las peñas recreativas de la ciudad. De sus
cambios y transformaciones prometemos hablar en otra entrada.
¡Feliz fiesta del Curpillos!
¡Feliz fiesta del Curpillos!
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