Que Burgos es una encrucijada de caminos lo hemos escuchado toda la vida desde nuestra más tierna infancia y los acontecimientos de la Guerra de la Independencia, que aquí contaremos, una vez más corroborarán esta afirmación porque Burgos fue parada obligada en todos los movimientos tanto militares como políticos entre Madrid y la frontera. Napoleón, que estuvo diez días en nuestra ciudad, la consideró una plaza de primera magnitud en sus planes de invasión por su extraordinario valor estratégico. La ciudad sirvió de cuartel de alojamiento para las innumerables tropas que transitaban desde Francia hacia diferentes puntos de la Península con sus más importantes mariscales al frente, Murat, Thiébault, Lefebvre… Igualmente acogió a la familia real en su camino hacia Bayona y hasta el nuevo rey José I estuvo en ella. Y cuando empezaron a cambiar los acontecimientos, también recibiría a las tropas españolas y luso-británicas y a sus principales generales, García de la Cuesta, el duque del Infantado y por supuesto al general Wellington.
Cuaderno de bitácora sobre nuestras instalaciones, servicios y colecciones.
lunes, 28 de abril de 2014
lunes, 7 de abril de 2014
Invitando al monje
El documento original más antiguo del Archivo Municipal data de 1091. Es contemporáneo, por tanto, del Cid, seguramente el burgalés más ilustre. Lo mandó redactar Alfonso VI —aquel de quien el Cantar de Mío Cid dice que desterró a tan ilustre caballero de Castilla— con el fin de atraer al monje más famoso de la época, Adelelmo, conocido en la actualidad como san Lesmes.
Aunque tratemos de imaginar cuál habrá sido la historia de este documento en estos casi mil años (923), seguramente no podamos descifrarla. Pero al menos sabemos que, custodiado en el archivo del Monasterio de San Juan, ha sobrevivido a incendios, a saqueos, al olvido y al caótico traslado a las dependencias del Ayuntamiento de Burgos, hasta su ubicación definitiva en el Archivo Municipal.
Aunque tratemos de imaginar cuál habrá sido la historia de este documento en estos casi mil años (923), seguramente no podamos descifrarla. Pero al menos sabemos que, custodiado en el archivo del Monasterio de San Juan, ha sobrevivido a incendios, a saqueos, al olvido y al caótico traslado a las dependencias del Ayuntamiento de Burgos, hasta su ubicación definitiva en el Archivo Municipal.
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