viernes, 21 de diciembre de 2018

La judería burgalesa (2ª parte)


Puerta de San Esteban
Continuamos con la historia de la judería burgalesa. En la entrada anterior explicamos qué era una judería, quiénes eran sus habitantes y sus condiciones de vida. Hablamos de los sentimientos antijudíos reinantes en toda Europa durante la Edad Media y cómo este sentimiento estaba tan asentado entre la población cristiana que, en ocasiones, se producían ataques violentos contra las aljamas judías y sus habitantes.
En esta entrada veremos cómo se desencadenó uno de estos ataques y las consecuencias que tuvo para la judería burgalesa.



Antes de producirse ese ataque que veremos, la judería burgalesa vio crecer el número de sus habitantes en los primeros tercios del siglo XIV. Luciano Serrano lo achaca a la política antihebrea de algunos reyes aragoneses y navarros que provocó reiteradas emigraciones del elemento judío a tierras de Castilla. Aquí se encontraron con que el rey Alfonso XI, que siempre amparó a los judíos contra el poder y hostilidad de las Cortes y del pueblo en general, promulgó en 1348 un Ordenamiento en extremo favorable a ellos. Esto hizo que la judería burgalesa se viera crecer en este tiempo.
Pero no fue sino un canto de cisne, porque al final de este mismo siglo la veremos prácticamente despoblada y abandonada.
Entre los judíos que llegaron procedentes de los reinos aragoneses, no podemos dejar de mencionar a la familia de Salomón Ha Levi, que tras su conversión tomó el nombre de Pablo de Santa María y que llegó a ser obispo de Burgos y canciller mayor de Castilla.

Hemos escrito ya varias veces que la judería burgalesa quedó prácticamente despoblada de sus genuinos habitantes incluso antes del Edicto de expulsión de 1492.
Veamos por qué.
Imagen de judíos. Cantigas de Santa María 
Naturalmente todos conocemos el horrible pogromo practicado por la Alemania nazi contra los judíos, pero también es nuestro deber conocer los saqueos y matanzas que se llevaron a cabo en las juderías españolas en 1391.
Por desgracia, estos tipos de ataques sistemáticos contra los judíos no eran un hecho aislado, como venimos contando, sino que se producían periódicamente en toda Europa.

Esto fue lo que sucedió en España:
En marzo de 1391 estallaron las primeras revueltas contra los judíos en Sevilla y Córdoba. Tres meses más tarde, en junio, el furor antijudío se fue extendiendo por los reinos de Castilla y Aragón y la población atacó masiva y salvajemente de nuevo las aljamas, asesinando a los judíos, saqueando y quemando sus casas. 
Sepades que yo he sabido cómo agora en estos días pasados en las muy nobles ciudades de Seuilla e Córdoba, por endusimientos e predicaciones que fiso [el] Arcediano de écija, que algunas de las gentes menudas de las dichas ciudades, como omes rrósticos e de poco entendimiento […] fueron contra los judíos que estauan en las aljamas de las dichas ciudades e mataron pieça de ellos e a otros robaron e a otros por fuerça finieron que se tornaren cristianos (HI-2959)
 Enrique III con esta cédula real enviada a Burgos trató de frenar esta violencia, pidiendo a nuestra ciudad que no fuesen contra los judíos. Por ser Burgos Cabeza de Castilla y ciudad tan principal en el reino, pensó que el resto de ciudades tomarían ejemplo y no irían más allá con esta barbarie.
[porque siendo Burgos] cabeca de Castilla, todos los logares sosegarán del sosegó q. vos en esa cibdat pusieredes.
De todos modos, los regios deseos expresados en la cédula real no encontraron predicamento en nuestra ciudad, y en ese mismo año, la aljama burgalesa fue saqueada y asaltada:
[…] e perdiéronse por este levantamiento en este tiempo las aljamas de Sevilla, Córdoba e Burgos e Toledo e otras muchas del Regno […] e los que escaparon quedaron muy pobres, dando muy graves dádivas a los señores por ser guardados de tan gran tribulación […] (Ayala, crónica 1391)
Judíos en la hoguera  durante la peste negra. Liber chronicarum
Pero, ¿quién o qué fue el detonante de estos ataques?
Al parecer y como explica el propio rey en la citada cédula, el detonante de estos ataques masivos contra las juderías y sus habitantes fueron las predicaciones antijudías del arcediano de Écija, Ferrán Martínez, confesor de la reina. Y aunque es cierto que fueron las que iniciaron esta ola de violencia, no hicieron sino azuzar un sentimiento que ya existía entre la población cristiana, como venimos contando.
Un sentimiento antijudío alimentado desde los púlpitos, desde las representaciones artísticas o desde las publicaciones de la época. En ellas los judíos aparecían representando todo lo negativo de la condición humana. Este método de aleccionamiento era muy eficaz. Así, bastaba que se produjera un brote de alguna epidemia o algo negativo, para que utilizasen al elemento judío como chivo expiatorio y omes rrósticos e de poco entendimiento, como escribe el rey, arremetiesen contra los que creían que causaban su mal.

Francisco Cantera nos dice que de las actas municipales de septiembre de 1391, únicas conservadas en tal año, no se deduce que se hubiese producido en Burgos el exterminio de la población judía, como sostiene Amador de los Ríos. En ellas se recoge únicamente la preocupación por las medidas a tomar en Burgos con motivo de la próxima reunión de Cortes en ella. Una de estas medidas con respecto a la judería burgalesa fue tapiar sus puertas.
[…] e mandárosles que cerrasen e tapiasen las puertas [...] que salen fuera de la judería. [..] a lo que los sobredichos [judíos] contestaron que les placía.(LA 1391)
HI-2960
Pero aunque las actas municipales no recojan los ataques que la aljama burgalesa sufrió, sí contamos con otras dos cédulas reales (HI-2960 y HI-2961) dirigidas a Burgos desde Segovia los días 20 y 30 de julio de 1392, en las que se da una visión real de la penosa situación de la judería, de los constantes ataques a los judíos burgaleses y de la huida de estos a las casas de algunos cristianos piadosos.
[…] me fue dicho en cómo algunos omes rafezes de pequeño estado agora nueuamente se movieron a robar los judíos de la judería desa dicha cibdat […] Y los dichos judíos con temor de la muerte desampararon la dicha judería e fueron a poner en las casas de algunos omes buenos de la dicha cibdat. E por ende dis que fiso despoblada la dicha judería.
[…] E yo [Enrique III] mando e es mi merced que todos los judíos e judías que quisieren tornar a poblar e orar dicha Judería que tornen e le pueblen saluos e seguros […]
Estas persecuciones y matanzas provocaron la conversión al cristianismo de casi un tercio de la población judía española, un fenómeno hasta ahora no visto en ninguna comunidad judía. Tanto es así, que es algo que no tiene precedentes en la historia judía.
Estas conversiones darían paso a la figura del judeoconverso, pero esa ya es otra historia. Solo señalaremos que estos nuevos cristianos persiguieron a los miembros de su antigua fe con tanta saña o más que los cristianos viejos. Y así lo atestiguan documentos como la citada cédula real HI-2961
[…] e non osan entrar a morar a sus casas en la dicha judería por recelo que algunos que agora se tornaron cristianos los persiguen e les fasen muchos males.
 El rey en esta misma cédula manda que nadie haga mal a los judíos, ni se les obligue a convertirse contra su voluntad. 
[…] e non consintades que alguno ni algunos asy de los cristianos como de los conversos les fagan alguna sin rasón ni les premien y que se les tornen cristianos contra su voluntad […]
Pero a pesar de estas reales voluntades, los judíos no se veían muy seguros de poder regresar a sus casas de la judería por miedo a nuevos ataques y, como consecuencia de ello, la judería burgalesa se fue despoblando. Naturalmente, los nuevos cristianos ya no querían vivir en sus antiguas casas de la judería. Una de las mayores preocupaciones de estos judeoconversos será alejar todo atisbo de duda sobre su conversión a la nueva fe. Y a ser posible, borrar todo su pasado judío.

Judíos vestidos con  traje distintivo
Que la judería burgalesa perdió toda su pasada importancia y la mayor parte de sus habitantes es un hecho constatado por la falta de información que se tiene al respecto en el siguiente siglo. Solamente existen las referencias aparecidas en las actas municipales, testimonio de las medidas cada vez más coercitivas tomadas por el concejo burgalés hacia su población judía y que no hicieron sino acelerar el proceso de despoblación.
En 1481 el Concejo de Burgos obligó a los judíos a vestir ropas con círculos rojos en los hombros para distinguirlos de los cristianos:
que los judíos vesynos e moradores desta dicha ciudad e de sus arrabales e los que bybyesen e estovieren en ella trayan señales coloradas redondas de grandor de una dobla, publicas e descubyertas, puestas en los onbros, so la dicha pena que a los moros de suso está puesta (LA 1481)
En 1485 el Concejo dispuso el aislamiento de la judería con cierre de puertas a horas fijas y rigurosas, limitó la libertad de movimientos de los judíos, les prohibió la entrada en casas de cristianos, la compra y venta de ropa vieja por las calles de Burgos, la asistencia de judías a las cristianas en sus partos, la venta de medicinas y perfumes, considerando como insulto el trabajo público de los judíos en fiestas y domingos, días en que las puertas de la judería debían permanecer clausuradas. (LA 1485. Francisco Cantera)
En 1488 también se les prohibió abastecerse de pan en los hornos cristianos.

Francisco Cantera nos dice: “así se esfuma débilmente aquella pujante judería que tantos días de gloria alcanzó desde los del Cid al año expulsorio de 1492”.

Así es, este proceso de decadencia culmina con el Edicto de expulsión de los judíos promulgado por los Reyes Católicos el 31 de marzo de 1492.
No pensemos que este proceso de expulsión fue exclusivo de nuestras latitudes, por el contrario ya se había producido siglos antes por toda Europa. En Francia en el siglo XII y de nuevo en el XIV, en Inglaterra en 1290, en Austria en 1421, en Parma en 1488…

En el Edicto se concedía a los judíos que no quisieran convertirse, un plazo de tres meses para la venta y enajenación de sus bienes, permitiéndoles sacar del reino todo lo que pudieran llevar
Salvo non sacasen oro ni plata
Edicto de expulsión de los judíos. 1492
Pronto llovieron las quejas y recursos contra las violencias y coacciones de que eran objeto en aquel plazo de venta tan perentorio. El municipio burgalés intervino para hacer cumplir la carta real, que exigía riguroso respeto para los desterrados en los últimos y tristes tratos comerciales con los cristianos. (T. López Mata)

No se sabe a ciencia cierta cuántos fueron los judíos que abandonaron España, la amada Sefarad, tampoco cuántos abandonaron nuestra provincia, aunque diversos estudiosos los cifran en unas 300 familias, que embarcaron en el puerto de Laredo. Parece ser que la mayoría optó por convertirse y a juzgar por una pragmática de los RRCC de 1502, pasaron a engrosar el gremio de ropavejeros.
Los rropavejeros de viejo que eran los nuevamente convertidos estaban mucho mejor en lo bajo [de la ciudad] que no en lo alto, a causa que había sido judería donde los mandaba poner […] (HI-3138)
 Así terminó la sociedad de las “tres culturas”, que como apuntamos en la entrada anterior, no era tan pacífica como se nos ha hecho creer. Así se puso fin a la judería burgalesa, borrándose todo vestigio tanto arqueológico como cultural, de manera que pocos sabían de su existencia. Esperemos que esta reseña haya contribuido a darla a conocer y a saber qué fue de ella, especialmente porque aquellos que no conocen la Historia, están condenados a repetirla. Y por desgracia, nada menos que en el civilizado siglo XX, hemos rememorado estas persecuciones salvajes a los judíos, alentados de nuevo por un odio irracional hacia los que no son como nosotros.

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