El 30 de agosto de 1905 Burgos se convirtió en el centro de atención del mundo, al ser señalado por los científicos, junto con Soria, como el lugar
desde el que mejor iba a poder contemplarse el eclipse total de sol, visible únicamente
en España. Según los cálculos, el fenómeno tendría una duración de tres minutos
cuarenta y dos segundos, lapso de tiempo que a ojos del común de los mortales parece
insignificante, pero que para los expertos era todo lo contrario.