jueves, 23 de julio de 2015

La larga cabalgada de la estatua del Cid

Lo más normal sería dedicar una entrada a uno de nuestros personajes más ilustres y legendarios: El Cid Campeador. Sin embargo no va a ser así y no es porque queramos ser originales, sino porque ahora se cumplen 60 años de la colocación de su famosa estatua ecuestre y hemos creído conveniente recordarlo aquí. Cualquier persona que haya visitado nuestra ciudad sabe que uno de sus iconos es la estatua del Cid que preside la Plaza de Mio Cid con sus 9 m de altura. Pero lo que pocos conocen son todos los hechos acontecidos desde que se inicia su construcción hasta que se celebra su inauguración el 23 de julio de 1955.  

Son muchos los antecedentes que nos hablan de la erección de un monumento al Cid. Desde la suscripción abierta por Eduardo Augusto de Bessón en la provincia para construir un monumento a la memoria del héroe castellano, el proyecto remitido por el arquitecto burgalés Francisco Luis y Tomás en 1882, la colocación de la primera piedra del monumento en la Plaza de Castilla en 1905 hasta las gestiones llevadas a cabo en 1926 para celebrar el llamado Centenario del nacimiento del Cid.

Pero no va a ser hasta 1947 cuando el alcalde Carlos Quintana, con motivo de la impresión del “Cantar de Mio Cid” por la Junta del Milenario de Castilla, retome la idea e inicie las gestiones para llevarla a cabo. Finalmente, en septiembre de 1947 se firma el contrato con el escultor Juan Cristóbal González Quesada para la erección del monumento, que se realizará con arreglo a la maqueta presentada, describiéndose así: 
“un pedestal arquitectónico que está proyectado teniendo en cuenta los estilos más característicos de la ciudad de Burgos, a base de dejar cuatro grandes losas en sus partes laterales para grabar en ellas una selección de fragmentos del texto del Poema, pues no puede concebirse el Monumento al Cid como exclusiva exaltación del héroe, olvidando el Poema que ensalzó su figura y la dibujó tan certeramente en el ser de España, y en el frente y parte posterior del Monumento los Escudos del Cid y la Ciudad de Burgos o el del Milenario, con la dedicatoria de éste al Monumento”.
En dicho contrato, firmado el 8 de septiembre de 1947, se establecía un plazo máximo para su ejecución de 14 meses. ¿Qué fue lo que ocurrió para que transcurrieran casi 8 años hasta su inauguración? 
En enero de 1948 el escultor Juan Cristóbal remite una carta al alcalde Carlos Quintana Palacios en la que le comunica que no va a poder entregar la obra a tiempo. En misivas posteriores, hace hincapié en que 
“ninguna de las grandes estatuas ecuestres del mundo se han hecho en menos de tres o cuatro años y esta no es solo una estatua ecuestre, sino que es el Cid, el tema de mayor responsabilidad artística e histórica que puede plantearse a un escultor español”
El alcalde, indignado, le responde: 
“comprenderá V. la pitada que resultaria el decir ahora que no puede ser la inauguración hasta el año próximo… Yo creo que con un par de horas más de trabajo por la mañana, estaba solventado todo…”
lo que el escultor contesta en otra carta: 
“Vd. sabe que dedico a mi trabajo todas las horas del día”.
Finalmente, y pese a las discrepancias existentes entre la Junta Cidiana y el escultor, el 15 de abril de 1949 se modificaron las condiciones del contrato, fijándose el 1 de mayo de 1950 como fecha improrrogable de ejecución de la obra y concediéndole el derecho a exponerla en Madrid del 1 al 31 de mayo.

El 29 de mayo de 1949 Juan Cristóbal comunica al Ayuntamiento que durante los trabajos preliminares de vaciado de la estatua se han producido una serie de desperfectos en la cabeza del caballo. Este hecho agota la paciencia de la Junta Cidiana y el 14 de septiembre de 1949 una representación de la misma se presenta en el taller estudio del escultor con el fin de dar el visto bueno a la terminación del modelado en barro de la estatua, comprobando como tal modelado no estaba ni siquiera iniciado, existiendo una maqueta en escayola  de más de 1 m de altura y un esqueleto completo formado por hierro armado y listones de madera. 

En marzo de 1950 la Junta Cidiana le remite una serie de sugerencias hechas por Aguirre Erdocia, Coronel del Regimiento de Caballería, referentes a la anatomía de Babieca. 
“Babieca, por tratarse de un caballo de guerra y vigoroso, debe tener más músculo, evitando las excesivas redondeces que pudieran darle aspecto de caballo de tiro o de tener la carne fofa…Asimismo, las patas resultan algo cortas…”.

De nuevo, el plazo para la entrega de la obra ha acabado y no hay noticias de la misma hasta el 5 de julio, fecha en la que Juan Cristóbal comunica que está a punto de finalizar el modelado en barro. Para comprobarlo la Junta procede al reconocimiento in situ de la estatua el 2 agosto y estima que debe procederse al vaciado inmediato de la misma. Sin embargo, no va a ser hasta el 29 mayo de 1951 cuando se celebre el acto de entrega oficial de la estatua del Cid en el taller del escultor y dos días después cuando se firme el contrato para la fundición con la empresa Codina Hermanos, estableciéndose como fecha de finalización de la misma el 1 de junio de 1952.Una vez más, el plazo se incumple, puesto que la fundición de la estatua, hecha con el bronce de viejos cañones españoles cedidos por el Ministerio del Ejército, no está lista hasta el 21 de agosto de 1954.
La entrega simbólica a la ciudad tuvo lugar el 5 octubre de 1954. En el Diario Ya del 6 de octubre aparecen las siguientes declaraciones del escultor Juan Cristóbal:

"¿Quiere usted contarnos alguna anécdota de su trabajo en esta obra?
Todo el mundo sabe que cuando tenía casi terminado el grupo en barro, se me deshizo, se vino al suelo y tuve que empezar de nuevo… ¿Más cosas? Que me he caído dos veces del andamio y que me he roto dos veces el brazo derecho… ¡y por el mismo sitio!”.
Por fin, llegamos a la tan ansiada inauguración de la estatua el 23 de julio de 1955 a la que asiste el general Francisco Franco. El nodo de 1 de agosto de 1955 abría con la noticia afirmando que “Burgos vive una jornada de exaltación patriótica”. Desfiles militares terrestres y aéreos, ceremonias religiosas, discursos, juegos florales, cabalgata, entre otros, formaron parte de las fiestas organizadas para la ocasión. Curiosamente, ni el escultor Juan Cristóbal ni el arquitecto del pedestal, Fernando Chueca Goitia, fueron invitados a la misma.

El conjunto monumental cidiano lo completan las ocho estatuas monumentales del puente San Pablo, obra de Joaquín Lucarini y que representan las ocho figuras más destacadas de la vida y poema del Cid: Doña Jimena, Martín Antolinez, Álvar Fáñez, Jerónimo Perigord, obispo de Valencia, Ben Galbón, señor de Molina, San Sisebuto abad de Cardeña, Martín Muñoz de Montemayor señor de Coimbra y Diego Rodríguez. Pero de ellas hablaremos en otra entrada. 

4 comentarios:

  1. ¡Que bonita es la Cultura! "Pero lo que pocos conocen son ..." Yo no los conocía pero ahora estoy encantado y muy agradecido a quien esto haya escrito. Por cierto magnífica colección de fotografías. Gracias

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  2. En un libro, cuyo título ahora no recuerdo, vi una foto en la que unos comisionados de pro de visita en Madrid posaban montados varios de ellos en el molde de barro

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    1. Muchas gracias por la aportación. Si en algún momento recuerda el título del libro nos encantaría poder consultarlo.

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Gracias por su comentario.