viernes, 26 de junio de 2015

¡Alajú, alajú, gigantones!

Hace un año hicimos la promesa, en este mismo lugar, de hablar de esos personajes tan típicamente burgaleses que acompañan, animan y dan color a los acontecimientos destacados y a las fiestas mayores de la ciudad. Y como lo prometido debe cumplirse, dedicaremos las siguientes entradas a los gigantones, a los gigantillos, danzantes, tetines, maceros, timbaleros y demás personajes burgaleses.Si eres de esta ciudad o si has estado en ella en alguna de sus fiestas los habrás visto por las calles realizando con salero castellano sus bailes, y si no, ahora los conocerás.

Pasa y descubre algo más sobre estos simpáticos personajes, apreciados y queridos  desde tiempos inmemoriales por cualquier burgalés que se precie.

Los Gigantones

Y así es, porque el origen de los gigantones se remonta según diversas fuentes al siglo XVI, tras la Reforma protestante. El cronista y archivero Anselmo Salvá nos dice:
Algunos años después de la funesta Reforma protestante se generalizó en Burgos el uso de los gigantones […] Así es como en Burgos se ha visto siempre como los gigantones figuran por parejas de hombre y mujer, representativos de las cuatro principales partes  del mundo…
En tan basta historia no podía evitarse el sufrir distintos avatares que han obligado a tenerlos que reformar o volver a construir en varias ocasiones. En uno de nuestros documentos fechado en 1753 se dice que la casa de negocios de Félix Sánchez de Valencia, construyó las 10 figuras de los gigantones en 1739.

Las figuras representadas en aquel tiempo eran las de un rey y una reina, un turco y una turca, un gitano y una gitana, un negro y una negra y los gigantillos, que por aquel entonces no eran las figuras simpáticas de los alcaldes serranos que hoy conocemos, sino unas figuras grotescas que representaban el pecado y la herejía. Pero de ellos hablaremos en la siguiente entrada.

Cuando en 1861 vino a Burgos la reina Isabel II se les confeccionaron vestidos de rico damasco y en 1899, con ocasión del V Congreso Católico celebrado en Burgos, se les hizo de nuevo sus cabezas, que estaban deterioradas a consecuencia de la costumbre de las famosas “mochadas”. 
Mientras los gigantones bailaban, las gigantillas recorrían todo el espacio de la Plaza (Mayor) y a los hombres y mujeres aldeanos o de clase humilde a quienes encontraban desprevenidos, les daban una regular cabezada, que no causaba daño ni gran dolor, pero que originaban las grandes risotadas, el gran griterío y la algazara más estupenda.
Currucú, Currucú, muchachitas
que os cogen las gigantillas;
si os cogen a la descuidada
os darán una fuerte mochada
Pero el suceso más trágico para estas figuras tuvo lugar en 1973, cuando un incendio en las dependencias municipales donde se les guardaba los destruyó por completo. Ese mismo año la Comisión de Gobierno encargó unas copias exactas al maestro Julián Puche Ferrándiz de Valencia. Desde finales de 2014 estos gigantes tienen nueva casa, muy céntrica y señorial, por cierto, porque está nada menos que en los bajos del mismísimo Teatro Principal

Así, hoy día las figuras de los gigantones son cinco parejas de entre 3,76 y 4 metros. Las parejas simbolizan lo que antiguamente se consideraban las distintas razas del mundo o, más bien, los distintos continentes: americanos, africanos, asiáticos.

Como representantes europeos están los Reyes Católicos. Y en 1984, para conmemorar el MC aniversario de la fundación de Burgos, se encargó al arquitecto Marcos Rico Santamaría el busto de dos nuevos gigantones: los de El Cid y doña Jimena.

A los gigantones les acompaña un gaitero, vestido de negro, que maneja solo el pito y el Tamboril. 
Pero resulta que estos gigantones, aunque próceres tan insignes, personajes tan graves, seres tan superiores […] bailan al son que les tocan y lo hacen al compás de un mal tamboril y de una chifla de pastor tocado todo por un mismo sujeto, que se distingue por un sombrerito de cinta roja.
Actúan en la víspera del Corpus, en la fiesta del Corpus Christi, en el Curpillos en el Barrio de las Huelgas, en la fiesta de San Lesmes y en las de San Pedro y San Pablo. Y eso a pesar de que en 1780 el rey Carlos III dictó una Real Cédula, que guardamos en este archivo, prohibiendo que estas figuras salieran en cualquier fiesta religiosa por considerarlo poco conveniente  a la gravedad y decoro que estas fiestas requieren.

El hecho es que son unas de las figuras más queridas y esperadas, incluso en esta solemne festividad. Prueba de ello son los múltiples cánticos y tonadillas que el pueblo les dedica. La calidad de los mismos, ya es más discutida:
Los gigantones madre
El día del Señor
Como están tan cansados
Hacen el arrimón
Alajú, alajú, gigantones
Menead con sal los talones,
Y al compás con gracia y contento,
A salud del Ayuntamiento
Nos dice Salvá que antiguamente, cuando se gozaba todavía más que ahora con estas fiestas, el pueblo atribuía alma y vida a los gigantones, suponía en ellos acciones y sentimientos de persona. La fantasía popular daba por hecho que venían como los Reyes Magos, unos de una tierra, otros de otra, casi todas muy apartadas y remotas. Quizá ahora hayamos perdido parte de esa inocencia, pero no hay niño ni grande que no disfrute y espere con impaciencia ver pasar a estos gigantes y aplauda sus bailes y jotas. Sus figuras son, simplemente, sinónimo de fiesta. 

Como dijimos al comienzo, esto no ha hecho más que empezar. Si quieres conocer al resto de este rico elenco de personajes, no te pierdas la siguiente entrega. 

Continuará...

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